YouTube live realizado con Álvaro Norambuena y Juan Carlos Gómez el 24 de diciembre del 2024

La Navidad, una festividad impregnada de simbolismo y misticismo, nos invita a reflexionar sobre el significado profundo de la luz y el renacimiento. Más allá de la celebración religiosa, la Navidad evoca una conexión ancestral con el solsticio de invierno, un momento crucial en el ciclo solar que ha sido venerado por diversas culturas a lo largo de la historia.

Desde una perspectiva simbólica, la Navidad representa una oportunidad para conectar con nuestro inconsciente colectivo. Los arquetipos del nacimiento, la luz y la renovación se manifiestan en la figura de Jesús, Horus, Mitra y otras deidades solares que comparten una narrativa similar: un nacimiento virginal, una estrella que guía a los reyes magos, y una resurrección al tercer día. Estos arquetipos, presentes en los mitos y leyendas de diferentes culturas, reflejan un anhelo universal de trascendencia y renovación espiritual.

El solsticio de invierno, con su noche más larga y el posterior renacer del sol, simboliza la lucha entre la luz y la oscuridad, entre la conciencia y el inconsciente. Es un momento de introspección, de mirar hacia nuestro interior y reconocer las sombras que habitan en nosotros. La Navidad nos invita a confrontar nuestras propias tinieblas y a buscar la luz que nos guía hacia la individuación.

La figura de Papá Noel, o San Nicolás, también tiene un significado psicológico profundo. Su generosidad y entrega a los demás representa la importancia de conectar con nuestro niño interior, con la capacidad de asombro y la alegría de dar. Los regalos que intercambiamos en Navidad simbolizan la necesidad de nutrir nuestras relaciones y de compartir la abundancia que llevamos dentro.

El árbol de Navidad, con sus luces y adornos, representa el árbol de la vida, un símbolo universal de conexión con lo divino. Sus raíces se hunden en lo profundo de la tierra, mientras que sus ramas se elevan hacia el cielo, uniendo lo terrenal con lo celestial. Decorar el árbol de Navidad es un acto simbólico de renovación y esperanza, de celebrar la vida y la promesa de un nuevo comienzo.

La Navidad es un tiempo para reflexionar sobre nuestra propia historia, para reconocer los frutos que hemos cosechado durante el año y para prepararnos para un nuevo ciclo. Es un tiempo para conectar con nuestra esencia, con la luz que nos ilumina desde adentro. Los rituales y símbolos navideños nos ayudan a recordar que la verdadera Navidad no se encuentra en lo externo, sino en lo más profundo de nuestro ser.

En este solsticio de invierno, te invito a que te conectes con tu propia luz interior, a que reconozcas tu unicidad y a que celebres la vida con gratitud y alegría. Que la Navidad sea un tiempo de renacimiento, de esperanza y de conexión con lo más sagrado que habita en ti.

La palabra «recordar» proviene del latín recordari, que se compone de los prefijos re- y cordis:

  • Re-*: Significa «de nuevo» o «volver hacia atrás».
  • Cordis: Es un sustantivo que se refiere al corazón, el afecto, el talento, la inteligencia, el pensamiento, y también el estómago.

Es decir, recordar no es solo un proceso mental de traer información a la mente, sino que implica una conexión emocional, una vivencia que se siente en el corazón.

Por eso, la Navidad, al ser una época de recuerdos, se relaciona con la melancolía, con la nostalgia, porque esos recuerdos «vuelven a pasar por el corazón».

Y el objetivo de «volver a pasar por el corazón» es «constelar», es decir, integrar esos recuerdos en una narrativa, en una historia que tenga sentido.

La forma en que construimos esa narrativa, positiva o negativa, depende de nuestra propia conciencia, de nuestra capacidad de dar luz a esos recuerdos, de encontrarles un sentido.

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