Equinoccio 2025 de septiembre: ¿qué has sembrado y qué has cosechado?

El equinoccio, tanto en astrología como en la antigua astronomía, representa un momento de equilibrio fundamental. Nuestros ancestros lo entendieron profundamente, construyendo templos como Angkor Wat y Chichén Itzá, alineados con la precisión del sol para celebrar la igualdad entre el día y la noche. ☀️🌙 Este fenómeno marca la mitad del año astrológico, invitándonos a un balance personal.

A diferencia del calendario gregoriano, el año astrológico comienza con el equinoccio de marzo, en Aries. El equinoccio de septiembre, en Libra, nos insta a hacer un balance de lo sembrado y cosechado. ⚖️ Es un momento para reflexionar sobre nuestras acciones y omisiones de los últimos seis meses, y rendir cuentas con nosotros mismos, no con los demás.

Este año, el equinoccio es particularmente potente. Regido por Venus en Virgo, y con el Sol en oposición a Saturno y Neptuno, nos confronta con la necesidad de examinar nuestros hábitos y dependencias. Saturno, el gran regulador, se devuelve a Piscis para presenciar este eclipse, recordándonos que el cuerpo lleva la cuenta de todo lo que hemos ignorado. Nos empuja a soltar lo que ya no nos sirve, a deshacernos de la carga que no nos corresponde y a dejar atrás hábitos obsoletos que ya no nos funcionan. Es una invitación a la introspección profunda, a la regeneración y a hacernos dueños de nuestra vida. ✨

Índice de Temas

  1. La gran importancia de los equinoccios en la astrología y la astronomía.
  2. La celebración de las cuentas: el equinoccio como punto de balance.
  3. Astrología occidental: los signos tropicales y la centralidad de los equinoccios.
  4. El tiempo y el cuerpo: Saturno, el gran regulador.
  5. Los cierres necesarios: el eclipse previo y la renovación de los hábitos.

La gran importancia de los equinoccios en la astrología y la astronomía

El equinoccio es uno de los puntos más importantes de la astrología occidental y de la antigua astronomía, un momento en el que se celebra el equilibrio entre la noche y el día. Esta relevancia no es una invención moderna; nuestros ancestros documentaron perfectamente este fenómeno, alineando sus templos y monumentos con precisión milimétrica para marcar y celebrar estos puntos de inflexión cósmica. No se trata de una coincidencia, sino del resultado de una profunda observación del cielo que les permitía, sin la tecnología actual, tener un reloj biológico tan exacto como nuestros relojes atómicos.

Ejemplos de esta sabiduría ancestral son el templo de Angkor Wat en Camboya, el cual está alineado de tal manera que el sol queda justo en la cúspide en el amanecer del equinoccio. O el templo de Padmanabhaswamy en la India, donde el atardecer del equinoccio ilumina cada una de sus ventanas, una a una, en un lapso de cinco minutos. En Egipto, la salida del sol en el equinoccio se alinea con el hombro de la Esfinge y la pirámide, y en América, el castillo de Chichen Itza proyecta la sombra de la serpiente emplumada bajando por sus escalinatas. Estos monumentos demuestran cómo las culturas antiguas estaban profundamente conectadas con los ciclos celestes, usando el movimiento del sol y las estrellas para marcar las pautas de la vida en la tierra, como la germinación y el inicio del otoño. Es fascinante ver cómo a través de la observación de las Pléyades, por ejemplo, los mayas podían hacer cálculos precisos tanto de día como de noche.


La celebración de las cuentas: el equinoccio como punto de balance

Desde la perspectiva astrológica, el equinoccio de septiembre marca la mitad del año astrológico, que inicia con el sol entrando en el grado cero de Aries. Este punto de entrada a Libra es, en esencia, una «balanza cósmica» que nos invita a hacer cuentas y a rendir un informe sobre lo que hemos sembrado y lo que hemos cosechado. No podemos rendir cuentas de algo que no existe, de la inacción, por lo tanto, este es el momento de ver los resultados de las causas que generamos en los primeros seis meses del año.

Esta fase nos mueve a un estado de conciencia humana que se distingue del resto de los mamíferos: el balance, el discernimiento y la razón. Es un tiempo para pulir nuestras interacciones y nuestras palabras, para que el mensaje salga de una manera armoniosa y humana, no instintiva. La energía de Libra, regida por Venus, nos invita a la diplomacia y a la conciliación, a tratar de entender ambas partes de una situación. Sin embargo, esta misma conciencia de lo opuesto puede llevarnos a procrastinar decisiones importantes por miedo a traicionar una de las partes. Pero el equinoccio, como signo cardinal que es, nos recuerda que el cambio llega porque llega. Lo peor que le puede pasar a la energía del equinoccio es seguir igual y dejar que otros tomen las decisiones por nosotros. La invitación es a usar nuestra propia balanza de juicio para medir y hacer un balance con nosotros mismos.


Astrología occidental: los signos tropicales y la centralidad de los equinoccios

Es importante aclarar que la astrología occidental, también llamada tropical, no se basa en las constelaciones zodiacales, sino en las estaciones. La inclinación de la Tierra a 23 grados hace que existan los trópicos y las estaciones, y nuestra astrología toma como punto de partida el grado cero de Aries, que marca el equinoccio de marzo, y el grado cero de Libra, que marca el equinoccio de septiembre. A partir de ahí, dividimos el cielo en doce sectores exactos que llamamos signos, no constelaciones. La razón de la confusión con las constelaciones, que son 13 o 14 y no tienen 30 grados exactos, es que quienes desacreditan la astrología no comprenden que nuestra disciplina se basa en los trópicos y las estaciones, no en las constelaciones. Es este enfoque en los ciclos de la Tierra lo que le ha dado tanta importancia a los equinoccios a lo largo de la historia de la humanidad.


El tiempo y el cuerpo: Saturno, el gran regulador

El equinoccio de este año es particularmente poderoso porque está regido por Venus en el signo de Virgo y, además, el Sol y el regente del equinoccio están en oposición a Saturno y Neptuno. Saturno, el gran regulador, se encuentra en el grado 29 de Piscis, lo que sugiere un momento de culminación y cierre de un ciclo de 29 años. La presencia de Saturno se puede interpretar como un llamado a la rendición de cuentas, a examinar cómo hemos administrado nuestro tiempo y qué hemos hecho con él.

El cuerpo, al ser el «lugar» de Saturno en nosotros, lleva la cuenta de todo lo que vivimos. Por lo tanto, si no hemos prestado atención a nuestra vida, el cuerpo nos lo gritará. Este es un momento para la introspección profunda, para no sentir que todo es un desastre, sino para reconocer que debemos ocuparnos de lo que no hemos hecho. Saturno nos invita a poner sobre la balanza lo que hemos construido, a hacerle una métrica y a dejar de lado los hábitos que ya no nos funcionan, incluso si en su momento fueron útiles.


Los cierres necesarios: el eclipse previo y la renovación de los hábitos

El equinoccio de este año es antecedido por un eclipse de sol, lo que lo hace aún más relevante. Un eclipse rompe la continuidad y nos permite darnos cuenta de algo que habíamos pasado por alto. El reciente eclipse nos confronta con la idea de que hemos estado cargando cosas que no nos corresponden, o que hemos delegado nuestra autonomía y felicidad en otros.

La energía del eclipse nos invita a volver a nosotros mismos y a preguntarnos si lo que estamos haciendo es funcional y útil en la actualidad. No se trata de cambiar porque algo sea «malo,» sino porque ya no nos sirve o ya no es coherente con nuestro proceso. Al igual que un libro ya escrito, no podemos seguir escribiendo sobre las mismas páginas; es necesario pasar la hoja y generar nuevos hábitos. Urano, con su energía de innovación, nos invita a hacer esa renovación, a romper con esas zonas de confort que, aunque nos han dado estabilidad, ya están caducas.

La invitación del equinoccio es a mirar en el espejo. No se trata de cambiar a los demás para que seamos felices, sino de utilizar esa proyección para ver lo que necesitamos transformar en nosotros mismos. Es un momento para tomar decisiones y acciones, para hacer cuentas claras y saber qué tenemos y qué nos hace falta, sin culpar al otro de nuestra inacción.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.